Queridos parroquianos, habéis podido comprobar que en los meses de marzo, abril y mayo, nuestra vida cotidiana parroquial ha tenido que adaptarse a unos nuevos medios que nos permitieran seguir compartiendo en comunidad nuestra fe, esencialmente a través de los textos y comentarios de los evangelios de cada día y también las oraciones y retransmisiones de las misas en la televisión. Esta reflexión nos ayuda a recordar que la Misa es una cita comunitaria según la Palabra de Jesús: “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estaré en medio de ellos”.
Entonces nos toca dar las gracias al esfuerzo de nuestro párroco y los grupos parroquiales que han sabido utilizar los medios modernos de comunicación para mantener esa oración comunitaria; volver también a un compromiso personal y audaz de fraternidad para retomar en el desconfinamiento las actividades parroquiales renovadas y adaptadas a los retos de esta sociedad tan necesitada de testimonio de fe verdadera, de esperanza en el Señor, y de fraternidad sincera con el hermano que sufre unos retos muy dolorosos en el marco de la nueva sociedad.
Esta renovación de su compromiso de fe y de amor fraterno, Cáritas Parroquial ha sabido adaptarlo, tanto en sus programas de trabajo como en los contactos y ayudas concretas a través de un espíritu fraterno y eficaz. En sus frecuentes contactos con los medios sociales del municipio y de la región, ha podido responder a la demanda urgente provocada por la crisis actual.
Los retos son múltiples, las ayudas muchas, pero esto implica un esfuerzo y una entrega más abierta, más eficaz y más integrada en el trabajo de equipo y en las estructuras sociales capaces de sostener el esfuerzo de los voluntarios.
Todos en Cáritas comprendieron la urgencia de la parroquia para las ayudas a los más necesitados, y no faltaron manos para tirar de cajas, vaciar camiones, empaquetar productos, establecer listas, verificar datos, almacenar enceres, transportar cartones, etc.
Sin contar las horas de llamadas telefónicas y verificaciones de entidades, pues es normal estar atentos a las peticiones legítimas de ayuda, evitando así la picaresca a veces presente en esas circunstancias.
Y todo este esfuerzo recibió también el apoyo, no sólo de Cáritas Sierra, sino también de voluntarios, de funcionarios y de algunos benefactores que colaboraron a la buena marcha del programa de ayuda.
Que todos encuentren aquí nuestro más sincero agradecimiento.
Así transcurrió este tiempo tan peculiar que nos lleva a reflexionar profundamente sobre la situación de muchísimos de nuestros hermanos, y a enfocar con generosidad la ayuda que de una forma u otra podemos aportar a los largo del año próximo a nuestra Cáritas parroquial. Ánimo a todos, y un deseo de paz y salud para cada una de vuestras familias.