San Andrés nació en Betsaida junto al lago de Genesaret y era pescador como su padre y su hermano Simón Pedro. Él y Juan fueron los primeros discípulos de Jesús y antes también lo habían sido de Juan el Bautista.

Les impactó tanto oír al Bautista decir de Jesús “He ahí el Cordero de Dios” que se fueron tras Él. Jesús les preguntaba “¿Qué buscáis?” y ellos le respondieron “Rabbí ¿Dónde vives? Y les respondió: Venid y veréis. Y se quedaron con Él aquél día. Era más o menos la hora décima” (Jn 1, 36-39).

Mucho les tuvo que impactar este encuentro para recordar, incluso, la hora del mismo. Inmediatamente Andrés fue a buscar a su hermano Simón para decirle “Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1, 41). Vivía en Cafarnaúm y en su casa se alojaba Jesús cuando estaba en esa ciudad.

Parece desprenderse de la narración evangélica que Andrés no estaba permanentemente con Jesús sino que seguía con su oficio de pescador hasta que Jesús se dirige a él y a su hermano y les dice “Seguidme y os haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19).

En el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces es Andrés quien lleva ante Jesús al muchacho portador de la exigua comida (Jn 6, 8).

En la institución de la Eucaristía estaba con Jesús y los demás apóstoles y en Pentecostés recibe al Espíritu Santo conjuntamente con ellos y con la Virgen María.

La Tradición sitúa su martirio en Patras (Grecia) en tiempos de Nerón, el 30 de noviembre del año 63 y, según esta, murió crucificado en una cruz en forma de X (luego denominada Cruz de san Andrés) por predicar el evangelio y negarse a hacer sacrificios a los dioses romanos y a sus ídolos. Es el patrón de los pescadores. Celebramos su memoria el 30 de noviembre.